Reventamos trozos de papel charol con lapiceros de tinta transparente, restos de acuarela seca en la mesa vieja y de nuevo, templo nuevo, fortaleza o como quieras llamarlo. Cambiar de éspoca al cruzar la puerta, retrospectiva amueblada en historias de colegio y peatón, pero todo ésto es tan sólo el plan B de una bonita historia de dos bohemios que dan tiempo a una historia de amor/odio, pero eso si, sin rencor... bebámos mirando cada uno en una dirección, frente a frente temiendo cruzar miradas, y sin hablar, como si fuésemos dos desconocidos... Me gustaría escribir sobre las lágrimas que absorbe tu moqueta, textos de sal y sentimiento, hervidos en recuerdos sobre hogueras muertas. A fuegote lento!...
Fotogramas en paredes con gotelé, lemas perdidos en guerras, y de repente, nos cosimos medallas en el pecho, condecoraciones de batallas perdidas, como la de la luna con el día. Y al fin y al cabo, todo ésto, no deja de ser una autocrítica de fregadero, desauciando mierda reprimida en mi cabeza, cabeza con sombrero, mordiéndome nervioso las uñas ante una nueva vida, un cambio radical que me hará perderme en habitaciones blancas y no de hospital... A veces pienso si la verdad es cierta y las palomas son grises por adaptación a la polución o si en realidad, la mentira huele a rutina, otras, no pienso y soy feliz...
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