Una vez le pedí a una estrella que me diera trece razones de porqué eras
importante en mi vida y no solo me dio trece sino que me dio
trescientas. Todas coherentes y con sentido. Ahora te he perdido y le
reprocho cada una de esas razones al cielo y siempre con la misma
respuesta: sólo es culpa tuya.
Por mi culpa, por mi razón de ser y por mi incomprensibilidad, por eso te he perdido, por eso se ha roto el deseo.
No encuentro los motivos por los que no puedo tumbarme contigo a ver las
estrellas y perderme las mejores por darte besos y más besos y no
poderle pedir deseos porque todo lo que deseo lo tengo ante mí.
Mi gran error fue desearle algo tan grande como el amor eterno a una
estrella con poca luz, mi gran error fue creer en el amor eterno, creer
en que los dos podíamos escribir nuestro propio libro, nuestra historia
de amor, algo así no se puede pedir a una estrella, una estrella fugaz
sólo cumple deseos fugaces, tan fugaces como nuestra historia.
Ojalá desear algo con tanta fuerza como deseo yo que esto sea un sueño, pudiera cumplirse: Te deseo, te deseo…
Ojalá pudieras oír el crujido de mis dientes y de mis nudillos deseando
que vuelvas a tumbarte conmigo bajo las estrellas y que nos miren
eternamente con envidia. Mientras eso ocurra no dejaré que la noche me
borre ni que las estrellas me cieguen, trataré de ver con claridad entre
la oscuridad y la luz, esa claridad que antes me dabas tú y que ahora
trato de buscar en otros ojos.
Siento que tardaré mucho en volver a tumbarme bajo las estrellas, ante
las mismas que me prometieron cumplirme un deseo y rompieron su promesa.
Ahora sólo le pediré deseos a mi corazón y sólo le pido que tarde en
pararse para poder cumplir los deseos que me queden, que me queden por
pedir y por cumplir.
Quiero vivir, vivir para encontrar mi estrella, saber que de todas las
que hay en el cielo, alguna me mira diferente, saber que cada persona
tiene su estrella y que sólo es cuestión de recorrerse el cielo en su
búsqueda, búsqueda que puede durar horas o años, mi búsqueda acaba de
comenzar, ahora sólo me queda recorrerme el cielo…
Es precioso, la verdad.
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