Aún recuerdo aquella sensación de leer el frío de abril
y mentiría si te dijera que alguna vez me gustó.
Dónde quedarán aquellas trece razones,
desde que no ceso en mi empeño por pasear mis complejos,
disimulando para que nadie se entere.
Ya no pinto ciudades en espaldas, ya no escribo poemas,
ya no soplo velas.
Tampoco soy sincero cuando sueño que miento,
pero puedo regalarte el silencio más hermoso que puedas oír.
Qué mayor seré cuando quiera ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario